Creciendo juntas

Hábitat Nicaragua organiza intercambio de experiencias sobre ecofogones y otras iniciativas, entre mujeres que elaboran tortillas tostadas en San Rafael del Sur y la Cooperativa Multinfuncional Mujeres en Totogalpa 

Sus rostros eran una mezcla entre ansiedad y curiosidad. Era la primera vez que salían del pueblo, ni siquiera sabían qué tan lejos quedaba Totogalpa o en qué parte del mapa ubicarlo. Las 19 mujeres que elaboran tortillas tostadas en San Rafael del Sur, iniciaron su travesía de intercambio con la Cooperativa Multifuncional Mujeres en Totogalpa, para aprender cómo les había cambiado la vida el hecho de usar ecofogones. 

Uno de los momentos más conmovedores del viaje, fue quizás cuando por primera vez, las mujeres apreciaron la majestuosidad de los volcanes Momotombo y Hoyo. ¿Y ese cómo se llama? Preguntaban, con los ojos bien abiertos, cual niñas.

Los rostros de asombro fueron aún mayores cuando al llegar, las mujeres de la Cooperativa les hicieron un recorrido por las instalaciones y les mostraron lo que han alcanzado en los 20 años que tienen de existencia, gracias a una buena organización, determinación e inmensas ganas de salir adelante. 

“El intercambio tenía tres objetivos: que conocieran de viva voz cómo han mejorado sus condiciones de vida otras mujeres al usar ecofogones, que sepan las ventajas y las cosas que pueden cocinar y por último, que conocieran toda la organización que tienen estas mujeres de Totogalpa…para ayudarlas a verse a sí mismas como mujeres con otro montón de capacidades ”, nos explica Nancy Aróstegui, Gerente de Programas de Hábitat para la Humanidad Nicaragua.

De sur a norte 

Eran las 5:30 de la mañana, el maíz estaba nesquizado y las mujeres de San Rafael del Sur ya estaban enseñando a sus anfitrionas cómo hacer las tortillas tostadas, desde la palmeada, cómo colocarla en el fuego y hasta voltearla; inclusive al precio que podía darlas para obtener otra fuente de ingresos. “Me gusta, nunca había hecho tortillas así, están bien ricas, gracias por el conocimiento que me dejan”, expresaba Carmen. 

 

Las anfitrionas por su parte, les enseñaban cómo encender el ecofogón y todo lo que se podía cocinar en ella. “Lo que más me gusta es que podemos platicar tranquilas dentro de la cocina y sin humo”, comentaba Liliana otra sanrafaeleña.

El intercambio duró 24 horas y al momento de despedirse, los abrazos de parte de las anfitrionas fueron muy emotivos. Sin duda, el árbol de ceiba centenario que se encuentra a mitad de la comunidad y que visitaron durante el intercambio, hizo lo suyo, unió al sur y al norte para poder vivir una experiencia que perdurará por años. 

 

 

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